CARLOS AURELIO CALDITO AUNIÓN.
Aunque parezca mentira y sea incomprensible, un alto porcentaje de personas que dicen que no son de izquierdas, tanto entre los miembros de los partidos VOX y PP, como entre quienes dicen ser sus seguidores o simpatizantes y entre los periodistas, opinadores, tertulianos de los medios de información que también dicen no ser de izquierdas, predominan los que se avergüenzan de sus ideas, tratan de disimularlas, camuflarlas, o incluso piden perdón de algún modo, y el colmo de los colmos es que utilizan su forma de expresión, su vocabulario… Con tal actitud vienen a afirmar que la izquierda es moralmente superior y que ellos son inferiores, moralmente malos frente a ellos. También están quienes votan a VOX y PP y rechazan o abominan de las ideas de ambos partidos.
Son muchos los liberales, conservadores, cristianos, etcétera que han interiorizado la idea de que la bondad, el bien común es cosa de quienes se hacen llamar progresistas y que la agenda de la izquierda debería ser lo prioritario. Son muchos los españoles decentes, los buenos españoles que consideran que es urgente defender una España fuerte, unida, libre de todo tipo de cadenas, yugos, servidumbres pero, al mismo tiempo afirman que todo ello es secundario y que lo importante son cuestiones como el feminismo, la «igualdad» y el ecologismo… Banderas éstas progresistas.
Quienes se avergüenzan de ser de derechas y sulen pedir perdón por serlo cada vez que abrren la boca, a fuerza de repetir, repetir y repetir los eslóganes izquierdistas se olvidan de que las verdaderas banderas de la derecha son el derecho a la vida, el derecho a la libertad individual y el derecho a la propiedad, frente a las diversas ideas y «perspectivas» liberticidas y totalitarias de quienes proponen más y más estado, más y más burocracia, más y más impuestos… y olvidan que el estado no crea ni riqueza ni empleo y que el empleo y la riqueza sólo lo crea la iniciativa privada.
Quienes se avergüenzan de ser de derechas debido al continuo machaque de los medios de información, creadores de opinión y manipulación de masas han olvidado que la igualdad es imposible, y tratar de imponerla sólo es posible por la fuerza, mediante la coacción, mediante la represión, emprendiendo acciones discriminatorias y un largo etc.
Quienes, convencidos por la izquierda, se avergüenzan de ser de derechas tambien olvidan que la igualdad no existe, ni siquiera a nivel celular o subatómico; por el contrario, los humanos somos diversos en cuanto a potencialidades, en cuanto a habilidades, en cuanto a inteligencia… y que la igualdad de oportunidades está absolutamente reñida con la igualdad de resultados y que la única forma de conseguir el éxito es la meritocracia, basada obviamente en la cualificación, en el estudio, en la preparación, en el esfuerzo, en la excelencia, y que todo ello debe ser premidado, recompensado, elogiado, resaltado, y debe también ser un criterio de promoción social, profesional, etc.
Los españoles de derechas, decentes, tienen el convencimiento de que España es una realidad incuestionable y además se sienten afortunados, e incluso orgullosos, de pertenecer a una de las naciones más antiguas del planeta que durante siglos fue la más poderosa (posiblemente la que más a lo largo de la Historia) y también de las que más ha aportado a la civilización y a que el mundo sea tal cual es en la actualidad, todo ello como resultado de las enormes gesta de nuestros antepasados.
La izquierda, por el contrario, tiene otras ideas-fuerza que utiliza muy hábilmente como banderín de enganche. Por ejemplo, están en la idea de que hay que darle prioridad a lo que ellos denominan el bien común y la justicia social; y consideran que para conseguirlo está justificado limitar o acabar con los derechos y libertades individuales: el derecho a la vida (desde la concepción hasta la muerte natural), el derecho a la libertad individual y el derecho a la propiedad. En definitiva, prohibir, prohibir, prohibir siempre que ese sea el camino para conseguir algo que a su entender beneficia a la mayoría.
La iquierda, que como vengo afirmando ha contagiado de todo ello a quienes dicen no ser de izquierdas, pretenden poco más o menos que cambiar la historia de la humanidad -deuda histórica lo denominan-y afirman que nuestros ancestros, principalmente los cristianos, de raza blanca, eran todos machistas y tenían por deporte violentar a las mujeres, racistas y unos salvajes depreadores sin escrúpulos, destructores y contaminadores de todo lo que se les pusiera por delante, motivo por el cual el globo terráqueo está en peligro; motivo por el cual afirman que hay que darle prioridad al feminismo, al ecologismo, al identitarismo de raza y cuestiones por el estilo. Algunos de los lumbreras promotores de estas ideas incluso afirman que los humanos cristianos, de raza blanca, bien harían en inmolarse, pues son los únicos responsables de todo lo malo de este mundo, pasado, presente y por venir y que no han aportado nada a la humanidad más que maldades: hambre, muerte, guerra, epidemias…
La izquierda (y como afirmo a lo largo de este texto ha contagiado de ello a quienes dicen no ser de izquerdas) considera que la única forma de conseguir sus objetivos, para que la sociead avance a mejor es prohibiendo: prohibir el uso de vehículos a motor, imponer acciones de «discriminación positiva» que en realidad son acciones prohibitivas para los hombres, restringiendo sus derechos y libertades (como el derecho a un juicio justo en un tribunal ordinario y con un juez imparcial, el derecho al habeas corpus, a la presunción de inocencia y a ser castigados de igual modo que las mujeres en caso de ser encontrado culpables…) e imponiendo cuotas… y, como han hecho suya la leyenda negra antiespañola, frente a taodo lo que huela a españolidad, a señas de identidad como el idioma español, o las diversas tradiciones españolas pretenden desespañolizar España empezando por no nombrarla y usando e imponiendo expresiones como «estepaís.
Sin duda alguna, quienes dicen ser los representantes de la derecha española actual son absolutamente estúpidos, no hay cosa más descabellada que estar pidiendo perdón constantemente por no ser de izquierdas, estar avergonzándose por ser de derechas, usar el lenguaje de la izquierda, dar prioridad a la agenda que imponen los izquierdistas y un largo etc. que implica legitimar que los asuntos a debatir, a afrontar, que los problemas a los que hay que dar solución de manera urgente son los que propone la izquierda y que lo que ocupa, preocupa, interesa e inquieta a los españoles es sólo lo que ellos hablan.
Me voy a permitir ser procaz e incluso grosero: hay que ser un jodido gilipollas, un imbécil para tener como objetivo «ser mejor que la izquierda» como hacen generalmente el PP y VOX. De lo que se trata es de lo contrario: exponerles y tratar de convencer a los españoles decentes de que se tienen ideas propias, un programa de gobierno con objetivos claros, a corto, medio y largo plazo y una verdadera alternativa al actual gobierno de socialistas, comunistas, etarras y separatistas.
Para empezar, los españoles decentes deben abandonar la idea de intentar ser más ecologistas que los ecologistas, más feministas que los feministas, y etc. Lo que debe hacer la derecha española decente, como siempre ha hecho, es partir deque las fórmulas convivenciales que han probado suficientemente su eficacia aunque sean susceptibles de mejora, no es necesario sustituirlas por otras. Los españoles decentes, de derechas, consideramos que nuestra forma de vida hasta ahora ha sido suficientemente aceptable, consideramos que las cosas necesitadas de ser cambiadas no son demasiadas y que realizar determinados “cambios” es meterse en aventuras “revolucionarias”, y que por supuesto, lógicamente las actitudes transgresoras están de más.
Las Sociedades que realmente progresan, avanzan sin grandes traumas, sin desasosiego, sin inseguridades, con paso firme, sin entrar en constantes crisis desestabilizadoras para sus integrantes, sin llevar a la gente a situaciones de angustia vital; son las que son capaces de mantener un cierto equilibrio en el que los apocalípticos no acaban imponiendo sus criterios, y mucho menos acaban tomando el poder, pues en ese caso, esas sociedades están abocadas al suicidio, o casi. Para que no ocurra esto último, para que no sea posible, es necesario que nunca sean mayoría los que cuestionan el consenso más o menos general, de que las fórmulas de convivencia existentes son suficientemente válidas.
Para evitar que la gente viva inmersa en continuos sobresaltos, para que los individuos se sientan miembros de una sociedad estable, perdurable, próspera, es imprescindible que existan “absolutos”, sí, asideros que disparatado estar constantemente cuestionando.
¿Qué significa, en verdad, ser “de derechas”?
– Ser “de derechas es oponerse a la supremacía del Estado sobre el individuo, a la reducción de la persona a simple miembro de una colectividad, oponerse al afán “igualitarista” en lo moral e ideológico, a la obsesión por la uniformidad, oponerse a que el estado se arrogue la potestad exclusiva de educar al ciudadano, negándole a las familias ese derecho,…
– Ser de derechas es creer en que los seres humanos son suficientemente capaces de mejorar su circunstancia personal, promocionar, buscar y encontrar su propio camino, explorarlo, recorrerlo, llegar a la meta y hacer de su vida una experiencia apasionante… Sin que el Estado los tutele, o les proporcione todo lo que solamente se puede llegar a apreciar cuando se ha conseguido desde el ejercicio del albedrío y la superación personal…
– Ser de derechas significa creer en la Libertad, y no en la Igualdad, pues “la Igualdad” no existe, es una cosa infrecuente en el Mundo en el que vivimos en todos los niveles o escalas, desde el atómico, o subatómico, al animal, pasando por el celular…
– Ser de derechas es ser partidario del derecho a la objeción de conciencia, respecto a cualquier obligación impuesta por el Estado de manera injusta y arbitraria.
– Ser de derechas significa pensar que la glorificación del Estado del bienestar ha sido un grandísimo error, y que la universalidad de la sanidad, la educación, la atención jurídica o la previsión de la vejez son conquistas irrenunciables, pero que no están siendo gestionadas de la mejor manera posible.
– Ser derechas es desear una democracia “más profunda y permanente”; profunda en el sentido de que no se dé un cheque en blanco a los políticos sino un mandato concreto, y permanente porque los actuales medios tecnológicos permiten frecuentes consultas a los ciudadanos.
– Ser de derechas significa desear un sistema electoral más justo que el actual, matemáticamente proporcional a lo votado, sin las manipulaciones actuales que propicia la Ley d’Hondt.
– Ser de derechas significa pensar que el Estado no debe financiar con nuestros impuestos ni a los partidos políticos, ni a los sindicatos, ni a las patronales, ni a las confesiones religiosas, ni a ninguna entidad privada, sino que deben ser las personas particulares quienes libremente deben asumir los gastos de aquellas entidades que prefieran (siendo fiscalmente desgravables las aportaciones a cualquier entidad no lucrativa).
– Ser de derechas significa pensar que una democracia auténtica requiere una administración de justicia realmente independiente, lo cual significa, también estar en contra de que el nombramiento de los órganos judiciales y de la fiscalía se realicen por parte del poder ejecutivo o legislativo; entonces yo también soy de derechas.
– Ser de derechas significa condenar cualquier clase de violencia, el uso de la fuerza para condicionar la acción de otros, ya sea el Estado o un particular quien la ejerza. Sí, ser de derechas significa pensar que toda forma de tortura o trato degradante (incluyendo la pena de muerte) son absolutamente detestables.
– Ser de derechas es considerar que España, la patria común de todos los españoles, que España es una Nación que existe hace muchos siglos, entonces yo soy de derechas; pese a que una multitud de españoles reniegue del vocablo “España” y utilice multitud de eufemismos, con tal de evitar llamar a nuestra nación por su nombre (siendo el más estúpido a la vez que común el eufemismo “estepaís” que se repite hasta el hartazgo, hasta aburrir).
Puesto que la mayoría de los humanos es gente de buena voluntad (o como ahora se dice “buena gente”) y a poco que se mire a nuestro alrededor se acaba uno percatando de que hay personas que lo pasan mal, acaba uno dándose cuenta de que hay desigualdad, injusticia… Inevitablemente, poca gente es la que no se deja tentar por “utopías bienintencionadas”, que afirman que pretenden un cambio social profundo… que pretenden implantar el paraíso ahora… Es que quien tenga un poco de sensibilidad es casi imposible que no se conmueva cuando ve gente sufriendo, es difícil no sentirse concernido por el dolor y la miserias ajenos.
Pero, todo ello no implica, necesariamente, que el Estado deba controlar a las personas, más bien al contrario, yo soy de los que piensan que las personas deben controlar al Estado.
En definitiva, no tengan dudas –amigos lectores de VOZ IBÉRICA- no se avergüencen de que los “progresistas” (léase colectivistas, socialistas, comunistas, separatistas y etarras) los llamen despectivamente fachas o derechistas, por aspirar a vivir en una sociedad de hombres y mujeres responsables de sí mismos (la responsabilidad es la otra cara de la moneda de la libertad). Una sociedad de seres adultos, soberanos, autogobernados, una sociedad de personas en la plena extensión de la palabra, es decir, una sociedad libre.
Sí, queridos lectores de VOZ IBÉRICA, los españoles DECENTES, los españoles patriotas, no tenemos que tener complejos, ni tampoco pedir perdón, ni se avergonzarnos de decir alto y claro que para que España salga de su actual situación de postración tiene que ser liberada de que quienes pretenden destruirla.
Sí, queridos lectores de VOZ IBÉRICA, somos muchos los españoles DECENTES, los españoles patriotas que pensamos que esta tarea pasa por desbaratar el llamado “estado de las autonomías” y re-centralizar todas las competencias que fueron transferidas en las últimas décadas a los gobiernos regionales, especialmente lo que concierne a la enseñanza, la sanidad y la justicia.
Sí, queridos lectores de VOZ IBÉRICA, somos muchos los españoles DECENTES, los españoles patriotas que pensamos que para que España salga de su actual situación de postración necesariamente se tiene que recuperar el Estado Unitario, recuperar la Unidad de Mercado, crear una sola oficina de contratos y compras de bienes y servicios (eliminando las 17 de las 17 taifas regionales y limitando la capacidad de contratación y compra de los ayuntamientos y siempre bajo la supervisión de la oficina central) pues ese es el único camino que conduce a hincarle el diente al principal problema que ocupa y preocupa a los españoles: la corrupción, que no solo es material, o política, también ha derivado en corrupción moral y eso es lo más preocupante sin lugar a dudas. La recuperación de la Unidad de España exige también regenerar la Justicia, lo cual pasa porque se implante, también, una estricta separación de poderes y que todos los españoles, independientemente de su nacimiento, vecindad, sexo, u otra circunstancia personal volvamos a ser iguales en derechos y obligaciones, iguales ante la ley.
Sí, queridos lectores de VOZ IBÉRICA, somos muchos los españoles DECENTES, que pensamos que ES IMPRESCINDIBLE REFUNDAR Y UNIFICAR LA DERECHA ESPAÑOLA PARA AGRUPAR A TODOS LOS ESPAÑOLES DECENTES, PARA PODER VENCER A LA IZQUIERDA Y DESALOJARLA DE LAS INSTITUCIONES.
Y antes de finalizar, permítaseme recordar aunque haya quien me siga llamando despectivamente derechista, que para que España sea una Nación Libre es imprescindible acabar con las múltiples formas de clientelismo, parasitismo, y etc. existentes en todos los ámbitos del régimen oligárquico caciquil, y darle prioridad a la capacidad y el mérito, frente a la mediocridad reinante; y por supuesto, acabar con los aforamientos y con las jugosas subvenciones que reciben los partidos, sindicatos y “oenegés” diversas procedentes del erario público, del dinero que sale de los bolsillos de los contribuyentes.
Pues sí, somos muchos, muchísimos los ESPAÑOLES DECENTES los que pensamos y afirmamos tales cosas- pese a que, decirlas no esté de moda y no sea para algunos, política y socialmente correcto.
¿Alguien tiene algo que objetar?
Y ya, para terminar, el objetivo no debe ser adaptarse a lo que algunos consideran la corriente mayoritaria de pensamiento de los españoles, sino todo lo contrario, tratar de conseguir que que la corriente mayoritaria de pensamiento de los españoles sea lo que en este artículo vengo planteando.
En otras palabras: dejen ustedes de pretender ser «progresistas», no se avergüencen de ser «reaccionarios» pues estamos donde estamos y como estamos por culpa del progresismo, del izquierdismo, ese que afirma que posee superioridad moral…
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