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The Hunt, la Caza en español, con Betty Gilpin

La Caza, The Hunt, es un filme escandalosamente festivo, lúdico, es todo lo contrario a lo política y socialmente correcto, todo ello narrado a la manera de un western, una película del oeste… Por supuesto, también es una burla al lenguaje buenista, el lenguaje inclusivo y todas las sandeces impuestas en las últimas décadas por los nuevos gestores -progresistas ellos- de la moral colectiva. 

La Caza tiene la extraña virtud, extinta absolutamente en el cine comercial, de ofender a unos y encandilar a otros. Se trata de un thriller satírico con dosis de terror, gore, acción y humor en el que un grupo de millonarios persiguen a unos desconocidos por el puro goce de la caza. También uno que, advertidos quedan, se beneficia bastante de no haber visto ningún tráiler o leído ninguna reseña previa, como hizo quien les escribe.

La película, que retrasó su estreno americano en varias ocasiones (estaba prevista para el año pasado pero se aplazó por los tiroteos de El Paso y Dayton, y tambien el pasado febrero, por nuevas polémicas relacionadas con el uso de armas) es justo lo que aparenta, pero mucho más inteligente de lo esperado. Un salvaje e incorrecto capricho a todo aquel que sepa apreciarlo.

La Caza es un «retelling» de El malvado Zaroff o Blanco Humano y destaca, como aquellas, por una nada soterrada metáfora política y social en la que, en efecto, los ricos cazan a los pobres. Hasta aquí todo normal… solo que esta vez las bromas van dirigidas a escandalizar a ciertas élites intelectuales tanto o más que contra esa beligerante América obrera (que, como dice Ike Barinholtz en el asalto al mercado, guarda siete armas en el arcón para defenderse) que poco o nada puede hacer para defenderse de la plaga de superioridad moral que les persigue. ¿Listos comportándose como idiotas, o idiotas pasándose de listos?

Escrita por el co-creador de Perdidos y Watchmen, que parte de su habitual habilidad para crear realidades adulteradas (ese comienzo que parodia, precisamente, a Lost…) La Caza va, y perdonen el chiste, como un tiro, con una primera hora en la que se divierte liquidando (literalmente) diferentes personajes estereotípicos. Es en esos momentos cuando seguramente la película comience a perder seguidores y a ganar otros, pero lo hace evidenciando una dirección ágil y más esforzada de lo habitual en los productos de la productora Blumhouse. Pese a su limitado presupuesto, Graig Zobel logra que su película luzca mejor que esa oleada de terrores de micropresupuesto haciendo gala de un buen uso del suspense y de una indisimulada agresividad (ojo al enfrentamiento final, que mira sin sonrojarse a una de las más famosas peleas de Kill Bill). A diferencia de muchas obras de la misma casa, la sangre mana por doquier, los miembros humanos vuelan por los aires y la parábola social elude los lugares comunes más bien políticamente correctos. La música de Nathan Barr multiplica por dos el impacto, crea emoción y a la vez un contexto irónico para la fábula.

El resultado es una película de terror (¿o es un thriller de acción? ¿o una comedia negra?) que late a ritmo de western, el retrato de una América alucinada atrapada en una eterna profecía autocumplida agitada por el nuevo fascismo sentimental de las redes sociales. Habrá a quien se le atasque su parodia del «redneck» americano, pero la película, en una decisión valiente y a contracorriente, decide cargar sus tintas en ese grupo de demócratas elitistas, inclusivos y multirraciales que encuentran su némesis en la ¿heroína? de una maravillosa Betty Gilpin, un personaje igualmente inquietante cuyo evidente trastorno de la personalidad, desafecto y frío (nadie en el filme repara en su probable Asperger) supone el antídoto perfecto, por su incapacidad de ir más allá de lo literal, a ese mundo de deseos e ilusiones creado por sus oponentes.

Que todo es una broma es algo evidente, pero que la parábola resultará ofensiva, también. La Caza dibuja un mundo modelado por las élites a golpe de (falsas) buenas intenciones pero nacido de la pura venganza; e impuesto, como siempre ha sido, a balazos. El chiste a costa de los tuits de la directora Ava DuVernay (uno de los paradigmas de esa cultura «woke» en tiempos de Trump, a quien por cierto jamás se nombra) es lo mejor de este año, y sin duda, algo que no esperábamos paladear. Quizá no me crean tras semejante texto, pero se trata de una montaña rusa divertidísima.

La Caza se está proyectando en cines españoles el viernes 31 de julio.

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Carlos Aurelio Caldito Aunión

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