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Un buen gobernante debe tomar ejemplo de los buenos administradores de fincas.

CARLOS AURELIO CALDITO AUNIÓN

 “Lo más difícil de explicar son las cuestiones más evidentes que todo el mundo ha decidido no ver.” AYN RAND

Cada vez que se habla de gestión de lo público (aunque los capos de los diversos partidos evitan hacerlo y se dedican a recurrir a la falacia ad hominem y cosas por el estilo para descalificar a los contrincantes), y más en estos días que nos acercamos aceleradamente a unas nuevas elecciones, yo siempre pongo de ejemplo la gestión de una comunidad de propietarios, en cualquiera que sea, los comuneros siempre procuran aplicar criterios de economía doméstica, y cuando se habla de gastar, la gente busca la manera de que se contraten los bienes y servicios imprescindibles para el mantenimiento de los elementos comunes, a la vez que se intenta que el gasto sea el menor posible.

En cualquier comunidad de propietarios no duraría mucho tiempo un administrador y, tampoco una directiva, que despilfarre, desatienda el mantenimiento de los elementos comunes, y esté corrompida, al menos que recurran a algún método de violencia con los vecinos.

Pues sí, a la Nación Española hay que considerarla como una “macro-comunidad de propietarios y de vecinos”, en la que el presidente del gobierno debe hacer las veces de “administrador de fincas” con la colaboración del restos de ministros.

Los propietarios de viviendas en España, en régimen de propiedad horizontal, tienen la obligación de contribuir al mantenimiento de los servicios o elementos comunes en la proporción que establecen las escrituras de sus casas, que fija el porcentaje de participación de la vivienda en las cargas de la comunidad.

Las personas que viven España también están obligadas a contribuir al mantenimiento de los servicios y elementos comunes, en proporción a lo que establecen los gobernantes de forma generalmente arbitraria. Tal como ocurre en algunas comunidades de vecinos, también los españoles suelen tener la sensación de que pagan cuotas elevadísimas, porque se elaboran presupuestos que suelen estar inflados y los gestores de sus dineros son unos despilfarradores y manirrotos.

Las comunidades de vecinos habitualmente están administradas por un profesional que cobra sus honorarios y presta un servicio a todos los propietarios, y a todos ellos debe de rendir cuentas, pues son quienes lo eligen.

En España “el administrador de fincas”, o sea, el presidente del gobierno, cobra unos honorarios que al parecer de muchos no hace méritos suficientes para ganárselos, no suele estar al servicio de quienes lo eligen, y además no tiene la sana costumbre de rendir cuentas.

La figura se llama “administrador de fincas”, y es una pieza clave en el engranaje de las comunidades. Si es un buen profesional, velará por los intereses y los dineros de los dueños de las casas. ¡Ojo!, estas personas son administradores de dineros ajenos, no propios, y su trabajo obedece a un “mandato” de la Junta de Propietarios, que es el único órgano soberano de gobierno de las comunidades de vecinos, que decide sobre el destino de los fondos comunes.

En España, los diversos presidentes del gobierno habidos durante las últimas décadas que, se supone que han de hacer de “administradores de fincas”, han demostrado, todos sin excepción que no son buenos profesionales (igualmente han demostrado que, tampoco se han rodeado de un grupo de buenos gestores, ni los han elegido teniendo en cuenta su capacidad o mérito de alguna clase, aparte de ser “amigos suyos”, o familiares, o miembros de su agrupación política); y para recochineo no velan por los intereses de todos los españoles, y menos por el buen uso de los dineros que todos aportamos a las arcas públicas, pues al parecer aún no se quieren enterar de que son administradores de dinero que no es suyo, y que quienes viven en esa “macro-comunidad de propietarios y vecinos”, que es España, son los únicos que deben decidir qué destino se les da a los dineros que aportan a la hucha común.

Al parecer, a los diversos presidentes del gobierno que, se han ido sucediendo durante décadas, aún no acaba de entrarles en la mollera que son nuestros empleados, trabajadores a nuestro servicio, al servicio de los españoles, que deben cumplir fielmente con el cargo para el que han sido elegido –por los vecinos- y por supuesto, rendir cuentas a la comunidad de todo lo que hacen.

Un buen administrador de fincas envía información contable periódica a todos los propietarios y vecinos, informándoles del estado de cuentas de la comunidad. Así debería hacer un buen presidente del gobierno respecto da las finanzas públicas, y como gestor de dineros ajenos, debería poner en conocimiento de los ciudadanos el estado de cuentas, de manera que cada español sepa en todo momento la situación económica de la nación, pues todos los ciudadanos tienen derecho a conocer con exactitud si la totalidad de los ingresos y gastos están adecuadamente reflejados en facturas o documentos justificativos similares.

Un buen presidente del gobierno –como haría un buen administrador de fincas- sigue criterios contables uniformes y comúnmente aceptados para la elaboración de los Presupuestos del Estado (el administrador de fincas está obligado a elaborar un «plan de gastos previsibles», proponiendo los medios necesarios para hacer frente a los mismos y calcular las cuotas que debe abonar cada propietario para el mantenimiento de los elementos comunes). Un buen administrador de fincas también está obligado a registrar en libros contables los ingresos y los gastos.

Un buen presidente del gobierno, como haría un buen administrador de fincas, pide siempre varios presupuestos a diversos profesionales del ramo, cuando hay que ejecutar obras o mejoras en elementos comunes y, por supuesto, no se gasta un euro sin pedir autorización previa, sin consultar a los propietarios de esos dineros.

Un buen administrador no negocia para sí mismo comisiones con los proveedores que trabajan para los ciudadanos, cuyos dineros él administra, porque es absolutamente inmoral, además de ser delictivo.

Un buen presidente del gobierno es el que gestiona de manera transparente, clara y veraz las cuentas y los dineros públicos, sin que pueda generarse la más mínima sombra de sospecha sobre su honestidad.

Un buen gestor de dineros ajenos ahorra costes a los ciudadanos, evita conflictos, resuelve problemas y es un gran mediador a la hora de solucionar discrepancias o asuntos que se enredan por la sana disparidad de criterios entre quienes habitan en la nación, y quienes nos honran con su presencia y nos visitan diariamente.

Por supuesto, cuando el administrador de los dineros de una comunidad se convierte en un problema para los propietarios, la mejor opción es prescindir de sus servicios y buscar otro profesional, que haberlos haylos. Cuando un comunero tiene sospechas, dudas, sobre la gestión de del administrador, debe poder pedirle las cuentas. Todos los propietarios tienen derecho a saber en qué se gastan los dineros de las comunidades, cuándo se gastan, cómo se gastan, y qué presupuestos se piden antes de hacer un gasto. Si un propietario tiene más que sospechas acerca de la gestión del Administrador de fincas, debe proponer que se incorpore un punto en el orden del día para votar y acordar una auditoría de las cuentas de la comunidad. Así, también debería ser cuando el presidente del gobierno, u otras personas con tareás de gobierno, actúan de manera incorrecta.

Los miembros de cualquier comunidad de propietarios tienen derecho a tener, de forma adecuada y comprensible la mayor información y documentación sobre el estado patrimonial y la situación financiera de su comunidad de vecinos. Todos los propietarios tienen derecho a saber al detalle el plan de ingresos y gastos de la comunidad y la forma en que se gestiona el dinero de todos.

Las nuevas tecnologías permiten perfectamente que cualquier ciudadano pueda acceder a los gastos e ingresos que se llevan a cabo en la gestión de lo público, sea a escala municipal, provincial, regional, nacional…

Como cualquier buen administrador de fincias, un buen presidente del gobierno debería emprender, en primer lugar, accioness encaminadas a mejorar la fiscalidad, tales como bajar impuestos, bajadas que serían posibles si van acompañadas de recortes en gastos innecesarios, lo cual no tiene que ir en detrimento del mantenimiento y la mejora de los servicios esenciales, basta con eliminar los gastos supérfluos; como por ejemplo, los coches oficiales (los políticos se pueden desplazar perfectamente con taxis u otros medios de transporte), otro tanto se puede hacer con los escoltas, sería bueno que sólo se mantuvieran en aquellos casos en que esté justificado, a criterio de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado

También es imprescindible recordar que, se ha de procurar por sistema que los gastos nunca superen a los ingresos, y reducir cuanto antes la deuda pública que, lastrará nuestro futuro, el de nuestros hijos y el de futuras generaciones

Y, para que tengamos un buen gestor al frente del Gobierno de la Nación Española, es imprescindible que sea una persona de probada experiencia, con un currículo exitoso, como gestor de dineros ajenos en la empresa privada; pues, a estas alturas es de sobra conocido que ningún político de los que forman parte de los diversos partidos con presencia en el Congreso de los Diputados, ha dado un palo al agua en su vida adulta, todos (salvo honrosas excepciones), todos ellos son miembros de la casta extractiva, parasitaria: hijos, amigos, hermanos, cuñados… de eso que se denomina “la clase política”, cuyo único objetivo es formar parte de las diversas instituciones para seguir viviendo de nuestros impuestos.

Vean a continuación cuáles deben ser las cualidades de un buen administrador de fincas, no es difícil imaginar lo que mejoraría la gestión de lo público, si nuestros gobernantes poseyeran esas cualidades:

Cualidades de un buen Administrador de Fincas:

1- Cualidades intelectuales

Iniciativa

Inteligencia

Juicio Práctico

Espíritu Observador

Memoria para retener nombres y facciones

Cultura general, equivalente a la de su profesión

Experiencia en trato obrero y de personal en general

Conocimientos elementales insdustriales, comerciales y de servicios públicos

Conocimiento de doctrina social y derecho laboral

Espíritu de investigador crítico

Conocimiento de psicología laboral.

2- Cualidades Morales

Sentido de Responsabilidad

Prudencia y Serenidad

Cautela, combinada con Decisión

Rectitud

Espíritu de Justicia

Lealtad.

3- Cualidades Sociales

Tener el «don de gentes»

Ser Cortés

Ser Amable

Tener Habilidad para Convencer

Orden Y Claridad al Exponer

Ser Objetivo al Razonar

Ser Paciente

Ser Flexible

Personalidad Adecuada al puesto

Hacer Valer su Posición…

Para que los españoles vivan mejor y sus recursos se utilicen más eficazmente, sólo cabe una solución: recuperar el estado unitario y desmantelar el denominado “estado de las autonomías” (también gestionar de manera más racional el llamado «estado del bienestar») y la recentralización de todas las competencias que nunca debieron ser transferidas a ningún gobierno regional, empezando por la enseñanza, la sanidad y la justicia, y prosiguiendo por recuperar la unidad de mercado, de manera que todos los españoles, independientemente de donde nazcan o vivan, posean los mismos derechos y obligaciones. 

Pero, como esto es en estos momentos casi un imposible, salvo que a partir del día 23 de julio haya una mayoría suficiente de diputados que permita derogar o reformar «leyes orgánicas» pues, al nuevo gobierno, si es que se logra desalojar a Pedro Sánchez y sus secuaces, les toca empezar a hincarle el diente a todo lo que describo; claro que, sería un grave error tener la tentación de intentar hacer todo de golpe. El nuevo gobierno debe empezar por priorizar, marcarse objetivos realistas, temporalizando,… también ponerse a ahorrar, no despilfarrar, eliminando gastos supérfluos, innecesarios, desmantelando empresas públicas creadas para mayor gloria de los socialistas, comunistas, etarras y separatistas… bajar impuestos, eliminar los abusivos (como el de patrimonio, herencias y donaciones), simplificar la burocracia, facilitar la creación de empresas, procurando evitar la enorme carrera de obstáculos a la que se tiene que enfrentar cualquier inversor. Y, nunca olvidar que los gobiernos no crean empleo, de eso se encarga la empresa privada, lo principal labor de los nuevos gobernantes debe ser dejar de poner zancadillas… y sobre todo, no volver a engañar nuevamente a los españoles.
Y ya para terminar, me voy a permitir un último consejo a los nuevos gobernantes: sean ustedes decentes, los españoles se lo agradecerán infinito.

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Carlos Aurelio Caldito Aunión

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