CÉSAR ALCALÁ
Uno no puede mantener una relación amorosa a distancia. Uno no puede estar en Barcelona y ella en Madrid (o viceversa). Aunque se llamen cada día. Aunque se vean de vez en cuando. El tema no funciona y está condenado al fracaso.
¿Por qué digo esto?
El tema se centra en JxCat. Tenemos a su líder en Waterloo, haciendo las mil y unas para seguir apareciendo en los medios de comunicación, mientras que la política catalana, la del día a día, la vive por teléfono y a través de alguna visita. El fracaso está asegurado.
Para no diluirse en un mundo lleno de noticias, ahora quiere movilizar a los CDR para el 1 de octubre y revivir aquella farsa llamada referéndum.
Vergüenza les tendría que dar seguir con esta matraca. Urnas llenas de votos, falsedad de resultados y ridículo político. Y aún dicen que reivindican y que deben cumplir el mandato del 1-0. ¿Qué mandato? El que ellos decidieron imponer y que una parte de la sociedad, engañada les compró. Ese es el mandato.
Todos estos movimientos tienen un único objetivo, seguir cobrando de Cataluña. El ejemplo lo tenemos reciente. Cuando hubo aquel happening en Perpiñán intentó colocar al Parlamento Europeo los gastos. Estos aún ríen mientras se les levanta el dedo corazón. Finalmente el despendio lo pagó la Oficina del President. Es decir, la Generalitat, con el dinero de todos los catalanes. Si, por una de aquellas causalidades ERC ganara unas hipotéticas elecciones y pacata con PSC y Comuns, el aura de Puigdemont se fundiría y dejaría de ser un lastre para la política y la economía catalana.
Volviendo a JxCat, actualmente es un pollo descabezado. No tiene una figura clave dentro de la estructura de partido. ¿Quién manda en JxCat? Puigdemont, Puigneró, Sánchez, Rull, Turull, Borràs… No hay un liderazgo claro. Y esto les impide ser una fuerza dentro de la política catalana. Aún viven en el pasado. ¿Qué quiero decir? En la mesa de diálogo se puso de manifiesto. JxCat presentaron a Jordi Sánchez y Jordi Turull para ser los representantes de este partido. Dos personas que participaron en el golpe de estado, que han sido indultados. Estos personajes se piensan que viven en el Ulster o Belfast y que son héroes nacionales. Que todo el mundo los admira y se vuelven locos por tenerlos a lado. Y se equivocan.
Como escribió Jaime Gil de Biedma “que la vida iba en serio”. Pues eso. Para ERC esta mesa de diálogo iba en serio. Por eso Aragonés se plantó y les dijo que no. No fue Moncloa como vendieron los de JxCat lo que vetaron a Sánchez y Turull. Fue ERC que no tuvo contemplaciones con estos indultados. Porque Cataluña no es ni el Ulster ni Belfast, tampoco la mesa de diálogo era el Acuerdo de Viernes Santo. Se sentaban para mantenerse ambos partidos, PSOE y ERC, en el poder hasta el 2023. Y JxCat sobraba. Así de sencillo.
Si JxCat hubiera tenido un líder, no un talibán como Puigdemont, las cosas serían diferentes. ERC ha sido en este sentido inteligente. Las riendas del partido las sigue llevando Oriol Junqueras. El que nol o vea es ciego. Ahora bien, ha puesto al frente no sólo del partido, sino en la más alta instancia de Cataluña a Pere Aragonés. Un chico de partido, que siempre ha estado ahí, que no ha trabajado en nada que no sea la política, de familia adinerada, que les ha tocado la lotería siendo presidente con pensión vitalicia, y que cada día se siente más cómodo en le cargo. Aragonés obedece y, de tanto en tanto, le dejan tomar alguna decisión o dar un golpe a la mesa. Así lo tienen contento y desahogado.
JxCat no ha sabido hacer nada de todo esto. Tienen a un prófugo, a varios indultados que se reparten las crónica periodísticas. Después un vicepresidente más talibán que Puigdemont, que como Cyrano de Bergerac sigue soñando en la Luna, a una presidenta del Parlament, que es la niña pija e imputada de Igualada y a toda una serie de lameculos del fugado a Waterloo. Así no se hace política y están condenados a desaparecer en un plazo no muy lejano en el tiempo.
Tienen tan claro que su futuro es complicado y que ERC les está comiendo la tostada, que ya están proponiendo a los alcaldes de PDeCat -la antigua Convergència, aunque ellos también lo son- de ir juntos en las municipales de 2023. Y es que el futuro de la política catalana y española tiene esta fecha como zénit. Parece como si en el 2023 se fuera a acabar el mundo y empezara una nueva era.
Mientras ERC está haciendo bien los deberes internos, JxCat continuará mucho tiempo descabezada, sin futuro y buscando la salvación por las esquinas. Se nos presenta un futuro divertido. Porque la crisis vivida esta semana con la mesa de diálogo es la primera de muchas. Y JxCat tiene todas las que perder si no le pone una cabeza con cara y ojos al pollo.
César Alcalá Giménez es un prestigioso historiador, político y escritor español, especializado en la historia del carlismo y la guerra civil y otros muchos temas relacionados con la historia de España. Colabora en revistas como Actas, Revista del Vallès, e-noticies.com, La Razón, COPE, Economía Digital, El Catalán. Ha colaborado en el Diccionario biográfico español de la Real Academia de la Historia.
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