CAROLUS AURELIUS CALIDUS UNIONIS
“La dictadura perfecta es la que tiene la apariencia de una democracia, pero en realidad es, básicamente, una prisión sin muros en la que los presos ni siquiera soñarían con escapar”. Aldous Huxley.
«Las palabras son como flechas, pueden matar o curar». Sócrates.
El Diccionario de la Real Academia Española dice lo siguiente del vocablo «pareja» y de su forma masculina, «parejo»:
Para empezar, es importante señalar que proviene de la palabra latina «par-paris» que significa «igual»
Parejo, ja
1. adj. Igual o semejante. Su casa es pareja a la mía.
2. adj. Dicho de cosa: Que forma pareja con otra, o está contigua a ella. Pediremos asientos parejos en el avión.
3. f. Como sustantivo, conjunto de dos personas o cosas con alguna semejanza o relación entre sí. Formaban una atractiva pareja de actores. Designa especialmente la formada por personas o por animales unidos por vínculos amorosos o sexuales. Una pareja se besa en el parque. La pareja de cigüeñas ha vuelto a anidar en la torre de la iglesia. Tb. la formada simplemente por un hombre y una mujer, o un animal macho y la hembra correspondiente. Noé juntó una pareja de cada especie. Ya tenemos una hija, pero nos hace ilusión reunir a la parejita.
4. f. Persona o cosa respecto a otra con la que forma pareja. La pareja de la Guardia Civil. Ella es su pareja de baile. Me he puesto un calcetín, pero no encuentro la pareja. Vivo con mi pareja. Pareja de naipes. Pareja de guantes. Distribuir en parejas… Cada oveja con su pareja. Hacen buena pareja. Pareja de hecho. Partido de tenis por parejas. Circular en pareja, en moto, en bicicleta, montados a caballo, caminando… Ese es el motivo por el cual «emparejar» significa juntar dos personas, animales o cosas formando pareja.
5. adv. De igual modo. El tinte es difícil de aplicar parejo con la brocha. Los equipos estaban casi parejos en el tanteador. Correr algo parejas (con otra cosa)
6. Locución verbal: Ser comparable una cosa (a otra). Su egoísmo corre parejas con su avaricia. Su falta de escrúpulos y su rencor desmedido corrían parejas.
Últimamente se ha ido imponiendo la expresión «pareja» con el significado de «cada una de las personas, animales o cosas considerada en relación con otra.»
Hago estas reflexiones porque, día tras día leo y oigo a multitud de gente, también en los medios de información, utilizar la palabra «pareja» como sinónimo de novio, esposo, compañero sentimental de alguien; y me rechina leer u oír tal vocablo dado que «pareja» en tales casos es usado para designar al varón… ¿No sería lo correcto decir «parejo» en lugar de «pareja», dado que éste es su forma masculina?
Comprendo que se ha acabado imponiendo, por la costumbre, o mejor dicho por la repetición machacona, hasta aburrir, por parte de los medios de información, pero aparte de, a mi entender ser incorrecto, de veras que es absolutamente estúpido pues, en el fondo hay una intención clara de manipulación del lenguaje, de propagar la ambigüedad de manera premeditada, también de corromper el lenguaje, de evitar determinadas palabras que en la Lengua Española son precisas para nombrar el estatus de determinadas personas, etc. ¿Por qué hay que evitar llamar a las situaciones de la gente, su «estado civil», por qué no hay que llamar esposo al esposo, novio a quien tiene una relación de noviazgo con una mujer, o evitar nombrar que alguien convive con una mujer y tiene una relación marital..?
Evidentemente, la degradación del lenguaje tiene como intención maquillar, enmascarar la realidad.
Pues, muy sencillo, detrás de ello está la perversa ideología de nombre «perspectiva de género», cuyo objetivo inmediato -ya casi conseguido por desgracia- es la destrucción de la familia convencional y su objetivo final es acabar con nuestra forma de vida, nuestra tradición, nuestra cultura, con la civilización occidental judeocristiana.
Nos han colado la expresión «pareja», han vaciado de contenido la palabra matrimonio, tergiversan, tergiversan todo lo imaginable: «interrupción voluntaria del embarazo», para no nombrar la palabra «aborto» (como si un embarazo, tras provocar un aborto, se pudiera reanudar); han dado en llamar «derecho» de las mujeres a lo que siempre se ha considerado un asesinato, un infanticidio; y lo mismo han conseguido con la eutanasia, al nombrarla como «derecho a una muerte digna» …
Pues sí, todo en la dirección ya anticipada por Overton y su «ventana» que conviene recordar y tener siempre presente, pues ese es instrumento utilizado en las «democracias liberales» para hacer cambiar de opinión a la mayoría y acabar imponiendo cuestiones aberrantes como, por ejemplo: convencer a la gente de que las relaciones estables y perdurables entre adultos no es deseable, ni saludable y que el divorcio es signo de progreso (cuando siempre fue considerado síntoma de fracaso social y personal); convencer a la gente de que el sexo sin amor es algo bueno, estupendo, un objeto de consumo como otro cualquiera y que lo mejor es tener relaciones sin compromiso (y menos algo que huela a noviazgo, a preparación para el matrimonio), y si se produce algún embarazo, no hay problema, «papá estado pondrá solución»… También, siguiendo el mismo esquema perverso, se acabó «normalizando» la posibilidad de adopta por parte de parejas de homosexuales, cuando hace pocas décadas, como en cualquier país sensato y decente, era considerado una aberración. También, del mismo modo se ha «normalizado» la familia monoparental, con madre, pero sin padre, en la que los hijos viven sin recibir la influencia de ningún varón en la educación y en la crianza, pues según los promotores de dicha situación la influencia de los varones no es necesaria, e incluso puede ser nociva. Lo bueno, al parecer, es que los niños y niñas sean huérfanos de padre…
Retomemos la «ventana de Overton»
La «ventana de Overton» recibe ese nombre debido a Joseph P. Overton, ex vicepresidente del Centro Mackinac, uno de los más prestigiosos institutos de investigación de políticas públicas de EEUU.
Joseph Overton observó que, para cada área de la administración pública, de la burocracia estatal, del aparato del estado, sólo existe un abanico medio abierto, un pequeño margen de potenciales políticas que puedan ser consideradas admisibles, dependiendo en primer lugar de si les resulta convenientes a los profesionales de la política apoyarlas, incluso aunque entren -aparentemente- en conflicto con sus preferencias personales. Evidentemente, las corrientes de opinión más o menos mayoritarias cambian, no cuando los políticos cambian de ideas, sino cuando los ciudadanos lo hacen.
Overton creó un modelo explicativo vertical de políticas, de gestión de lo público que, va de «más libre» -parte superior- a «menos libre», relativo a la intervención de los gobiernos, en el que las políticas admisibles, aceptables, se enmarcan en una «ventana» que puede moverse a lo largo de ese eje, ampliarse o bien reducirse. Al fallecer Overton, este modelo explicativo fue bautizado como la Ventana Overton por sus colegas del centro Mackinac, entre los que Joseph Lehman contribuyó a su popularización…
La ventana puede moverse si se consigue que cambien la mentalidad de la sociedad apelando a los hechos y la lógica, a la moralidad, a las emociones y en último término a las circunstancias o bien la desinformación.
La Ventana de Overton es una teoría política que describe con escalofriante exactitud cómo se puede cambiar la percepción de la opinión pública para que, las ideas que antes se consideraban descabelladas, aberrantes, algo absurdo e impensable, tabú, acaben siendo aceptadas transcurrido cierto tiempo.
En principio, teóricamente, ningún tabú escaparía a la eficacia de esta técnica. Por lo tanto, se podría cambiar de modo radical -desde la raíz- la valoración que la sociedad, por poner algunos ejemplos, tiene actualmente de la eutanasia, el incesto, el bestialismo, la pederastia o el canibalismo. Para ello no se llevaría a cabo un lavado de cerebro directo, sino una serie de técnicas avanzadas, cuyo desarrollo pasaría inadvertido para la sociedad.
Para mostrar de qué manera esta teoría explica cómo se pueden lograr los efectos deseados, conviene que nos centremos en un tabú concreto.
Examinemos por ejemplo LA PEDERASTIA que, seguro que es uno de los que la mayoría de la gente considera absolutamente inadmisible.
¿Cómo hacer posible que la gente considere aceptable corromper y abusar de menores? ¿Qué camino hay que recorrer para conseguir un cambio en las conciencias, desde la fase de aversión-repulsión hasta la de conformidad plena?
Pues, aunque les parezca mentira, tal aberración sería posible de conseguir, siguiendo rigurosamente las cinco etapas que a continuación se describen:
PRIMERA ETAPA: DE LO IMPENSABLE A LO RADICAL
En este primer paso, la aprobación de LA PEDERASTIA es todavía algo impensable. La práctica corromper y abusar de menores se encuentra en el nivel más bajo de aceptación de la ventana de posibilidades de Overton (muy estrecha aún, por no decir cerrada a cal y canto), puesto que la sociedad lo considera una acción repugnante y absolutamente reñida con la moral pública. Es decir, la ventana está cerrada y de momento no se mueve.
Para modificar esta percepción —y amparándose en la libertad de expresión—, se trasladaría esta cuestión al ámbito científico, sugiriendo que para los científicos no deberían existir asuntos tabúes. En ese caso, podría realizarse un simposio, por ejemplo, sobre culturas ancestrales en las que, supuestamente la pedofilia y la pederastia eran una cuestión corriente e incluso consideradas sublimes, para obtener declaraciones autorizadas, de «expertos» sobre la pedofilia y la pederastia, forzando así la transición de la actitud negativa e intransigente original de la sociedad a una actitud más positiva y abierta.
Simultáneamente, se fundaría un grupo de activistas pro-pederastia, favorables a la pedofilia y a la pederastia, aunque sólamente exista en alguna «red social» de Internet o posea una web específica, con el objetivo de poder ser citado, hablar de su existencia, por numerosos medios de información y manipulación de masas. Con esto ya se habría logrado el objetivo de la primera fase: eliminado el tabú, se consigue que la cuestión originalmente inaceptable empiece a hablarse de ella, a discutirse.
SEGUNDA ETAPA: DE LO RADICAL A LO ACEPTABLE
En esta segunda etapa ya se persigue abiertamente la aprobación de la pederastia. Para que ésta pueda ser aceptada hay que seguir divulgando las conclusiones de los «científicos», e insistir en lo oportuno que es no tener prejuicios sobre el asunto, calificando de intransigentes a quienes se nieguen a adquirir conocimientos sobre el mismo.
Los que se resisten deben empezar a ser vistos como fanáticos que se oponen a la ciencia y a la ilustración, si alguna persona se niega a hablar de ello será considerado un hipócrita intolerante. Mientras se condena públicamente a los intolerantes, es necesario crear un eufemismo, con la intención de que se pierda el significado directo del término original y sus connotaciones negativas, sustituyendo así la expresión original «pederastia» por «Personas Atraídas por Menores», subrayando que la pedofilia y la pederastia no son delitos sino otras opciones sexuales más. Paralelamente se crearía un precedente, histórico, mitológico, o inventado, que sirviera de referencia y pudiera ser utilizado como prueba de que la pederastia es perfectamente legítima.
El uso combinado de medios de información, creadores de opinión y manipulación de masas y grupos de presión convertiría en aceptable, más pronto que tarde, el hecho de que haya personas que incluyen en sus conductas habituales la corrupción y el abuso de menores.
Sería de suma importancia hacer hincapié en que en la Grecia Clásica raro era el adulto que no tenía relación con un joven, adolescente, de forma habitual…
TERCERA ETAPA: DE LO ACEPTABLE A LO SENSATO
Para convertir en sensato lo que en un principio era totalmente inaceptable, lo siguiente sería proponer que la pederastia -y la pedofilia- sea un derecho de todo hombre libre. Un lema apropiado podría ser el siguiente: «un hombre libre tiene derecho a decidir a quién ama, independientemente de la edad de la persona amada».
Al mismo tiempo, seguiría siendo absolutamente necesario arrinconar a quienes piensan diferente, es decir, a cuantos todavía impugnan la consolidación de este pretendido derecho. Una forma de conseguirlo, sería acusando a quienes se opusieran, de radicales, ultras que odian a quienes se aman libremente, de retrógrados y extremistas que arrojarían a la hoguera, si pudieran, no sólo a los pedófilos y pederastas, sino a los miembros de cualquier minoría.
A su vez, pretendidos expertos y personajes conocidos del mundo de la información, creadores de opinión y manipulación de masas insistirían en que a lo largo de la historia humana la pederastia era una práctica común y muy extendida, sin que esto produjera extrañeza en aquellas sociedades…
Como hemos advertido, el objetivo de esta tercera etapa es que la pederastia sea considerada una costumbre razonable, algo «normal».
CUARTA ETAPA: DE LO SENSATO A LO POPULAR
A continuación, se debe poner toda la maquinaria del poder al servicio del ideal supremo. En este instante, los medios de información, secundados por gente famosa y autoridades, hablan abiertamente de la pederastia. La pederastia y los pederastas se convierten entonces en un asunto predilecto de la industria del entretenimiento. El fenómeno asoma por primera vez en películas, letras de canciones comerciales, novelas y espectáculos televisivos. De repente, se produce también el ensalzamiento, la apología de personajes relevantes que en la historia practicaron la pederastia (como, por ejemplo, los emperadores romanos Trajano, Adriano…), sirviendo de modelo a las multitudes.
El fenómeno pronto se vuelve imparable y multitudinario. Además, para reforzar su imagen positiva, los pederastas son presentados ante la opinión pública como víctimas de una sociedad represora, que les impide satisfacer sus apetitos, y amar libremente a quienes ellos deseen.
QUINTA ETAPA: DE LOS POPULAR A LO POLÍTICO
El ideal ya está al alcance de la mano. En esta última etapa, la ventana de posibilidades de Overton, totalmente cerrada al principio, aparece ya a escasos centímetros de abrirse de par en par.
El arreón definitivo consiste en preparar la legislación para legalizar el fenómeno. Los partidarios de la legalización de la pederastia, del abuso y de la corrupción de menores, incorporados en grupos de presión, se consolidan en el poder y promueven encuestas y estudios de opinión con el fin de mostrar un alto porcentaje de partidarios de la legalización del fenómeno. Y de forma automática, como la fruta madura que cae por sí sola del árbol, se acaban estableciendo en la conciencia colectiva nuevos e incontestables dogmas: «se prohíbe la prohibición de la pederastia y de la pedofilia»; «amar a menores y adolescentes es un derecho»; «quienes se oponen a la pederastia incurren en un delito de odio» …
Como vemos, el movimiento de las ventanas es una estrategia perfectamente definida. Hemos contemplado el arco completo, pasando del rechazo absoluto a la pederastia (como uso totalmente ajeno a la moral pública) a su legalización y aprobación popular y política.
Decíamos al principio que la Ventana de Overton es una teoría política que describe con escalofriante exactitud cómo se puede cambiar la percepción de la opinión pública para que las ideas que antes se consideraban descabelladas sean aceptadas a lo largo del tiempo. Y hemos descrito cómo es posible.
Las ‘ventanas de posibilidades’, inicialmente descritas por Joseph Overton, pueden extrapolarse a cualquier fenómeno y es especialmente fácil de aplicar en una sociedad tolerante en la que la llamada libertad de expresión se ha convertido en la deshumanización y donde ante nuestros ojos se eliminan uno tras otro todos los límites que protegen a la sociedad del abismo de la autodestrucción.
El aborto, el «matrimonio homosexual», la posibilidad de que los homosexuales puedan adoptar a menores, los vientres de alquiler, la eutanasia, la «perspectiva de género» … Todos estos asuntos, tabúes hasta hace pocos años, han pasado el filtro de la ventana de Overton o están en estos momentos en alguna de las etapas descritas.
Supongo que, algunos de los que hayan llegado hasta este párrafo, habrán llegado a la conclusión de que, entre los gravísimos alcances de esta diabólica estrategia de manipulación de masas, está la de provocar una fractura social casi irrecuperable. Siendo su corolario más dañino, sin embargo, la degradación de la sociedad mediante la «normalización» y legalización de aberraciones de todo tipo, que llevan aparejadas renuncias a cuestiones que la mayoría considera irrenunciables, que acaban, como hemos visto, siendo asumidas por una mayoría de la población y acaban siendo consideradas «naturales», o consideradas «derechos humanos».
Lamentablemente, nuestra actual sociedad está siendo constantemente atacada y bombardeada –de manera encubierta– por parte de los diversos grupos de interés a través de múltiples estrategias de manipulación cada día más perversas…
La única esperanza que queda, es que la población despierte, finalmente, del letargo y apatía en la que ha caído, y decida poner fin a esta despreciable forma de actuar por parte de los grupos de interés, sean estos grupos de carácter político, económico o religioso.
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