El único pacto de estado que han conseguido acordar los partidos políticos con representación en el Congreso de los Diputados de España, en muchos años, ha sido sobre la denominada «violencia de género». No se ha logrado respecto del sistema de enseñanza, ámbito en el que un partido se apresura a deshacer lo legislado por el gobierno anterior, en cuanto llega al poder, a pesar de que vivimos una verdadera emergencia… Tampoco se ha conseguido en sanidad, ni tan siquiera en pensiones, donde se vive entre la improvisación y el electoralismo, y si hablamos del imprescindible «pacto por la justicia» que nos conduzca a una estricta separación de poderes, mejor no hablar… y todos ellos son fundamentales para que en España se pueda hablar realmente de «estado de derecho».
Cada día los medios escritos, los diarios digitales, la radio y la televisión, nos hablan sin cesar, hasta el hartazgo, hasta aburrir, nos saturan hablando acerca de la violencia de género, y mes a mes, semana a semana, repiten y repiten el recuento de víctimas, a pesar de que su número es, comparado con cualquier tipo de homicidio o muerte trágica -afortunadamente- muy reducido, 47 mujeres murieron en España, debido a disputas de pareja, en el 2019. No se olvide que, en España hay alrededor de 20 millones de mujeres adultas.
Ciertamente una sola muerte es imperdonable, pero también es cierto que todas las muertes violentas (independientemente del sexo de la víctima y del victimario), deberían suscitar la misma atención de los medios de información y la misma preocupación en los poderes del Estado. Pero es obvio que no es así. Incluso cuando las víctimas son mujeres, la anciana asaltada en su hogar, la mujer impedida y descuidada hasta la muerte por su pareja, no interesan. Solo importa, como antaño pero en otro registro ideológico, los “crímenes pasionales”, ahora denominados de «violencia de género».
Vivimos desde hace años una campaña sistemática que utiliza el feminicidio de pareja como arma contra los hombres, presentando las muertes, no como un suceso que responde a condiciones concretas, sino como prueba del peligro general ocasionado por el hombre, el macho de la especie. Se le dedica una atención mediática de la que carece cualquier otro problema, y unos recursos sin comparación posible:
Al parecer de los partidos políticos con representación en el Congreso de los Diputados, en España no existe otro asunto, más que éste, que merezca «un pacto de estado».
La tozuda realidad demuestra que esta especial atención, obsesiva sin duda, constituye en la mayoría de las ocasiones una burda manipulación,…
Detrás de todo el labado de cerebro de los ciudadanos, del que venimos hablando, está la ideología liberticida, totalitaria, de nombre perpectiva de género, que ha acabado convertiéndose en ideología oficial del estado; y que, no guarda ninguna relación con los derechos civiles y económicos de las mujeres, sino todo lo contrario.
https://www.lavanguardia.com/opinion/20170213/414283600309/critica-a-la-perspectiva-de-genero.html
Pero a pesar de toda la presión mediática, los hechos, siempre tozudos, y demuestran cuále es la consideración, la importancia real que el asunto tiene para los españoles.
Los datos periódicos de las encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas lo constatan sin lugar a duda (pese a que las asociaciones feministas y los partidos políticos y el gobierno procuren ocultáselas al común de los mortales), desde que se vienen realizando, hace ya décadas.
En la lista de preocupaciones de los españoles, la llamada «vilencia de género» siempre ocupa lugares marginales entre el 16 y el 20, con porcentajes que salvo excepciones se sitúan por debajo del 2 %. Y no se trata de un promedio en el que influyan datos lejanos.
Sin irnos muy lejos en el tiempo, la encuesta de diciembre del año pasado sólo lo situaban entre los tres principales problemas el 2,4% de los encuestados, y ocupaba el lugar 17 entre los problemas que consideraban importantes para España, y solo un 0,3% lo apuntaba en primer lugar. -No se olvide que a finales de año, año tras año, los medios de información repiten y repiten que, «en lo que va de año… han muerto… mujeres por violencia machista»-
Pero si la pregunta era cuáles eran para el entrevistado los principales problemas, la cifra caía mucho más, hasta solo el 0,5%.
Esa es la percepción sobre la violencia sobre la mujer que tienen los hombres y mujeres españoles: el 0,5.
Y es a ello a lo que se dedica el pacto de estado, juzgados y recursos policiales y económicos.
¿No es legitimo afirmar que existe una diferencia abismal, entre la magnitud del problema y la atención política y mediática?
Años de comer y cenar con la violencia de género y sólo han conseguido que crean que es un problema – no ya para el entrevistado, sino para España, apenas el 2,5% de los españoles.
Y no se trata de un mal dato ocasional. En diciembre 2017 solo un 1,8% situaba la violencia como problema destacado. Este porcentaje, como en todos los casos, se alejaba en aquella fecha de las mayores preocupaciones, encabezadas por el paro (66,8%), la corrupción (31,7%), la política y los partidos (28,5%), los problemas de índole económica (22,9%) o la independencia de Cataluña (16,7%).
Lo que denominan «violencia machista» ocupaba el decimosexto lugar de las preocupaciones de los encuestados.
Desglosando las cifras se observa que solo es el principal problema para el 0,1%, en el que se sitúan únicamente mujeres de 55 años en adelante, precisamente aquellas más alejadas del perfil de víctimas. Las mujeres menores de esta edad y los hombres en general, no consideran que sea un problema.
¿Son tan insensatas la mayoría de mujeres, tan insensibles los hombres? ¿O acaso estamos asistiendo a una grandísima estafa, basada en un enorme embuste?
Los datos de la encuesta del verano de aquel año señalaban que solo un 1,4% de los ciudadanos estaban preocupados por la violencia en la que son víctimas las mujeres, mientras la sanidad (10,2%) y la educación (8,3%) ocupaban lugares mucho más destacados.
Y, a pesar de la cruda realidad, los políticos solo «se ponen de acuerdo» y llevan a cabo un «pacto de estado la violencia de género».
«La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados.» Groucho Marx.
En marzo del mismo año los datos difundidos por el CIS, señalaban la violencia machista con un 1,6%… Por el contrario, se consideraban como principales, el paro, 72,2%, la corrupción y fraude, 37,3%, los problemas económicos, 27%, los políticos y partidos políticos, 23,4%, y la sanidad, 13,9%, y así hasta llegar al lugar 19 que es donde se situaba la violencia machista.
Existe otro estudio del CIS, diciembre 2010-febrero 2011, muy ilustrativo, http://www.cis.es/cis/export/sites/default/-Archivos/Marginales/2840_2859/2858/Es2858.pdf específico sobre el asunto, en el que se exploran comportamientos que puedan molestar a la mujer, desde muy leves a muy graves.
No son pocos sobre los que se preguntaba, nada menos que 27.
Pues bien, las respuestas que contestan que “FRECUENTEMENTE” son objeto de aquellos malos comportamientos, se sitúa solo entre el 0,5% y 1% Los máximos, 2,3% y 2% son, respectivamente, “hace oídos sordos a lo que le cuenta”, o sea, que su esposo, novio, compañero, no le presta atención, vamos, y el otro que “se enfada sin que se sepa el motivo”. En el lado opuesto, entre el 95% y el 97%, responden que “NUNCA” han sido objeto de aquellos malos comportamientos, y el resto de las respuestas se distribuyen entre las opciones “A VECES” o “RARA VEZ”.
Estos datos son concordantes con la escasa preocupación por la violencia, y muestran una situación de las parejas caracterizada por el buen comportamiento.
Es muy posible -y éste sí es un problema- que, las respuestas una década después no fueran tan favorables, porque existen unos pirómanos de género: partidos políticos, sindicatos, oenegés, asociaciones de mujeres, periodistas… todos ellos generosamente subvencionados, cuyo único empeño es destruir la convivencia entre hombres y mujeres, que nos presentan como un conflicto, un tremendo drama algo que no refleja el sentir ampliamente mayoritario de hombres y mujeres. Claro que, no es de extrañar, pues, aparte del grandísimo negocio dinerario que para ellos representa, hay un objetivo claro: tienen como meta la destrucción de la institución familiar, nuestra forma de vida, para finalmente acabar con la Civilización Occidental Judeocristiana… He ahí la cuestión.
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