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Y después de la vorágine electoral… A partir de mañana regresamos a la cruda realidad, a la «nueva normalidad de la cultura woke».

CARLOS AURELIO CALDITO AUNIÓN

Empecemos por un poquito de Historia, que nunca viene mal y nos dará la clave de cómo y por qué hemos llegado a donde estamos… Otra cuestión muy diferente es cómo ponerle remedio.

Cuando ya algunos se atrevían a vaticinar la caída del muro de Berlín y el desmoronamiento de los países del Pacto de Varsovia y de la URRSS y demás países satélites, empezó también a estar claro que pocos lugares del mundo serían los que no se vieran afectados por todo lo que acontecía en Europa. Casi de manera inevitable, el final de aquello que algunos llamaban «guerra fría» hizo que surgieran conflictos de «identidades» por doquier, hasta en los lugares más insospechados, fue como una reacción en cadena… como fichas de dominó que se caen una tras otra.

De forma aparentemente espontánea, empezaron a surgir aspiraciones de soberanía, independencia, separatismos cientos, conflictos étnicos, lingüísticos, como si muchos hubieran estado hibernados, agazapados esperando que el monstruo-leviatán agonizara.

No fueron pocos los que pensaron que la caída de la URRSS debería implicar el desmantelamiento de la OTAN, que se suponía ya innecesaria, al desaparecer el Pacto de Varsovia. Pero las intenciones de los EEUU no eran esas, por el contrario, los norteamericanos tenían previsto mantener la organización militar para gestionar y supervisar todo lo que fuera surgiendo en Europa, y en el resto del mundo, del que pretendía convertirse en gendarme, en el único gendarme…

Paralelamente a todo ello, lo que entonces era una simple unión económica pasó a llamarse «comunidad europea» y posteriormente Unión Europea, aunque del dicho al hecho hay mucho trecho, pues la «unión» nunca ha llegado a ser tal y actualmente le queda mucho para ser alcanzada. Y por supuesto, son muchos los que consideran que la UE más que soluciones ha traído más problemas y ha acabado siendo peor el remedio que la enfermedad.

Entre otros, en el camino han ido quedando conflictos como el de los Balcanes, todavía inconcluso y con muchas heridas aún por cicatrizar.

Hay que reconocer que, la UE ha dado como resultado -a pesar de los muchos pesares- grandes avances para muchos lugares de Europa y sus habitantes (muchos de los cuales han tenido que hacer demasiadas cesiones, entre otras de soberanía y someterse a algunas que otras servidumbres, no precisamente de forma voluntaria), pero, aunque haya ciertas naciones hegemónicas (que son las que cortan el bacalao), la UE ha sido económicamente «positiva» para muchos de los europeos; aunque sería pecar de exagerados afirmar que ha sido un grandísimo éxito.

El supuesto éxito económico de la UE hizo que fueran muchos los que solicitaron incorporarse cuanto antes, a marchas forzadas. Pero, la idea de que aquello era poco menos que «el Edén» acabó siendo cuestionada, e incluso hubo quienes empezaron a pensar en marcharse, como acabó ocurriendo con Gran Bretaña.

Y, cuando los europeos estaban de fiesta en fiesta y predominaba el «homo festivus», empezaron a darse cosas inesperadas; la primera fueron los atentados promovidos por terroristas islámicos en territorio estadounidense el «11S», luego la crisis financiera internacional de 2008 que tuvo su origen en el problema de las hipotecas subprime de EE. UU. y acabó afectando no sólo a la economía norteamericana sino al resto del mundo. Aunque apenas nadie quería imaginar tal cosa, todo ello hizo que cambiara nuestra forma de vida.

A partir de entonces, los Estados Unidos empezaron a ir a la guerra contra supuestos dictadores (siguiendo los planes de los «Straussianos») y arrastraron a la Unión Europea y el resto de naciones occidentales a acciones bélicas «preventivas», sin importar los «daños colaterales», para deponer a quienes, decían, que poseían armas de destrucción masiva (artilugios que al final se acabó demostrando que sólo estaban en la imaginación de los servicios de inteligencia norteamericanos) … También por entonces, comenzaron a surgir como setas «primaveras árabes» y «revoluciones de color», acusando a múltiples gobernantes de prácticas autoritarias, antidemocráticas, de amañar elecciones y a sus regímenes de corruptos… Todo ello condujo a que en muchos lugares de mayoría musulmanas acabaran aupándose al poder gobiernos teocráticos integrados por gente fanática que hicieron retroceder a sus habitantes a situaciones semejantes a la Edad Media Europea… luego vendría el covid19, para remate del tomate; el perfecto pretexto para ordenar arrestos domiciliarios, restricciones de derechos y libertades, un empobrecimiento general de la economía, y un largo etc.

Y, más tarde, como no era suficiente para sembrar el terror y manipular a la gente, pues le tocó el turno al calentamiento global, el apocalipsis climático… y tras el abandono de Afganistán con el rabo entre las piernas y el retorno al poder del talibán (no se olvide que los EEUU y sus aliados de la UE, entre ellos España, habían permanecido allí dos décadas), ahora tocaba crear otra guerra, esta vez en Ucrania…

Bueno, tampoco hay que olvidar que en el mundo hay más guerras que la de Ucrania, alrededor de 70-80 conflictos de baja, media y alta intensidad, de los cuales alrededor de 20 son de alta intensidad, aunque no se hable de ellos, ni en los diarios informativos, en la radio ni en la televisión.

Y, claro, todo ello acabó repercutiendo en Europa y creando una enorme crisis y poniendo en riesgo la supervivencia de la Unión Europea. Al final, la economía alemana sufre una profundísima crisis de la cual no se adivina final; Europa cada día depende más energéticamente de los EEUU… Y, mientras tanto, China se ha acabado convirtiendo, o casi, en la primera potencia industrial, económica, financiera del mundo.

Y, a continuación, ha venido el maravilloso invento de «la agenda 2030» para que todos seamos más pobres, pero a cambio más felices, mientras se acaba con las clases medias.

¿Y qué es eso de la «agenda 2030»?

Llegada de una muchedumbre de inmigrantes ilegales. Por ejemplo, pueblos de Suecia de tan solo 500 habitantes que repentinamente han sufrido un dramático aumento de su población con hasta 5.000 o 6.000 habitantes más y donde los 500 habitantes autóctonos son obligados a mantener la boca cerrada, para evitar ser sancionados por tener un comportamiento xenófobo, racista.

En Holanda expropian las tierras a los campesinos –pagadas un 120% más caras eso sí- siendo obligados a firmar un documento que les impide volver a comenzar otra actividad agrícola, ya sea en Holanda o en otro país de la Unión Europea, con el noble pretexto de evitar la contaminación por nitrógeno que, dicen que atenta contra la biodiversidad e impide una gestión sostenible del entorno, aparte de ser un factor determinante del cambio climático antropogénico…

Destrucción de presas y pantanos, en Europa en general y en España en particular, y para recochineo en el año de mayor sequia de los últimos 70 años.

Supongo que no les extrañará que dentro de poco empecemos la subida de alimentos de origen agrícola y ganadero y empiecen a racionar la venta de determinados productos en las tiendas y supermercados, con pretextos a cuál más fantasioso y creativo, se llame la guerra de Ucrania, u otra de cualquier parte del mundo… y pagaremos el agua a precio de oro, o como poco como el diésel o la gasolina.

Por si alguien todavía no se ha percatado de ello, no está de más subrayar que España está obligada a comprar energía en el exterior pues no tenemos, ni gas, ni petróleo y, además, los diversos gobiernos que se han sucedido en las últimas décadas se han rendido a los ecologistas y han impedido que se construyan centrales nucleares o se realicen prospecciones petrolíferas, etc. Y, para más INRI se están derribando los pantanos, las centrales térmicas y las pocas centrales nucleares que aún están en funcionamiento. Y nos están dejando sin forma alguna de Generar Energía Eléctrica propia, ¿Qué futuro le espera a España?

Ésta es la “Nueva Normalidad”, a la que mañana nos tendremos que enfrentar y de la que algunos, muchos seguirán evadiéndose, pero de lo que nadie podrá escapar es de las consecuencias de evadirse de la realidad, de no tenerla en cuenta, sean los gobernantes o la generalidad de los españoles.

 Sí, la cruda realidad es bien distinta a la que nos cuentan a diario los medios de información, creadores de opinión y manipulación de masas. La terrible realidad de España es absurda, vacua e incluso cómica, una realidad en la que los idiotas poseen una enorme capacidad de influencia y acaban decidiendo cómo ha de ser nuestra vida en lo cotidiano, hablamos de los tontos del pueblo que hasta hace poco estaban en un rincón de la barra del bar, acodados tomando vino y que cuando tenían la osadía de abrir la boca, la gente los mandaba callar…

Sí, los estúpidos puritanos, carentes de humor, que, si alguien tiene la osadía de contar un chiste sobre homosexuales, o sobre extranjeros, o sobre alguien con alguna deficiencia, o sobre mujeres, etc. inmediatamente te cuelga la etiqueta de racista, homófobo, misógino, machista y lindezas por el estilo.

Sí, hablamos de los imbéciles que, osados ignorantes, califican al régimen del General Franco de dictadura totalitaria y que cuando se habla de las servidumbres a las que nos obligan los actuales gobernantes, como que un “okupa» pueda colarse en tu casa cuando tú has salido a comprar, o a trabajar, o de vacaciones… e inmediatamente pasa a tener más derechos sobre tu propiedad que tú que eres el dueño, que la has pagado con mucho esfuerzo. Sí hablamos de los estúpidos, cómplices de los delincuentes que ha legislado para que, si alguien asalta tu casa, y tú, el dueño, lo dejas herido o lo matas en defensa propia, acabes en prisión y te desgracien la vida…

Hablamos, sí, de los estúpidos, malvados, mediocres que han legislado para que haya regiones españolas en las que los niños, jóvenes y adultos que deseen cursar cualquier clase de estudios no lo puedan hacer en la lengua común a todos los españoles: el idioma español.

Sí, hablamos de los malvados, y sus estúpidos cómplices, que han legislado para que cuando alguien aspire a ocupar un empleo público deba dominar la jerga regional, de manera que hayamos llegado al extremo de que se le dé preferencia al dominio de una lengua, como criterio de selección, en lugar de los conocimientos y la experiencia en medicina, pongo por caso…

Sí, hablamos de la «nueva normalidad» de la España que permite 100.000 infanticidios cada año, mediante abortos, mientras España es uno de los países con menor número de nacimientos, lo cual impide que se pueda producir relevo generacional y pone en serio riesgo que quienes hoy trabajan pueden en un futuro cobrar una pensión de jubilación.

Sí, hablamos de la «nueva normalidad» en la que la mitad de la población ha sido privada de los más elementales derechos constitucionales como el de la presunción de inocencia, el derecho a un juicio justo, a no ser detenido ilegalmente, y un largo etc. que ha conducido a más 2 millones de detenciones de hombres inocentes por denuncias falsas desde que se aprobó la ley de violencia de «género» de 28 de diciembre de 2004… Sí, hablamos de las diversas leyes aprobadas por el Congreso de los Diputados para destruir nuestra forma de vida, empezando por destruir la institución familiar; leyes que privan a las familias de su obligación -y derecho- de educar a sus hijos y permiten que se adoctrine a nuestros hijos en los centros de estudio en la denominada «perspectiva de género», ideología totalitaria y liberticida donde las haya…

Esta es la “Nueva Normalidad”. La cultura “Woke”, una dictadura agobiante, férrea, penosa, despiadada y cruel…

Sí una “Nueva Normalidad” que nos obligan a solicitar citas previas, tras lograr superar un maratón con enormes obstáculos, para poder realizar cualquier trámite, carrera de obstáculos que para muchos es casi insuperable y en la que muchos no logran llegar a la meta…

Eso sí, una «Nueva Normalidad» en la que todos (menos las élites saqueadoras, extractivas) seremos más pobres y más felices, dicen.

¡Bienvenidos a la nueva era, bienvenidos a la nueva esclavitud! ¡Bienvenidos a la cruda realidad!

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Carlos Aurelio Caldito Aunión

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