Y… este último miércoles llegó el turno de los «segundos espadas» (permítaseme la expresión taurina) en la campaña electoral para la presidencia de los USA.
Sí, aunque los medios de información occidentales, todos ellos, salvo excepciones, políticamente correctos (o sea, al servicio del globalismo, de Soros y compañía), el pasado miércoles, 7 de octubre, tuvo lugar en Salt Lake City, el debate entre los candidatos a vicepresidentes, Mike Pence y Kamala Harris. El encuentro entre los números dos de la candidatura republicana y demócrata había suscitado grandes expectativas, al ser el debut nacional de Kamala Harris, candidata demócrata a la vicepresidencia de Estados Unidos. Una auténtica prueba de fuego, dado el enorme prestigio y predicamento de la senadora en el mundo mediático progresista. Y les adelanto el resultado: acabó siendo un auténtico fracaso para la nueva estrella demócrata.
Los demócratas, cada vez más progres: pretenden subir los impuestos y mucha economía verde. O sea, economía ruinosa
La senadora, a pesar de tener una dilatada carrera política, demostró una escasa capacidad retórica y dialéctica. No fue capaz, en momento alguno, de poner en aprietos al vicepresidente Mike Pence. Por su parte, el republicano supo poner de manifiesto las incoherencias del argumentario progresista, hasta el punto que logró arrinconar a la lugarteniente de Joe Biden, el cual utilizó la misma estrategia que su líder, ante preguntas incómodas, recurrió al silencio como respuesta…
La gestión del COVID-19 fue uno de los bloques principales del debate. Kamala acusó de mentir a la Administración Trump en la gestión de la crisis y de oponerse a las medidas de confinamiento. En este punto, Pence defendió la gestión de su gobierno en la crisis y atacó la incoherencia de los demócratas. Así, recordó que, en el mes de febrero, antes de que se cerrasen las fronteras por parte de todos los gobiernos occidentales y cuando el foco del COVID-19 estaba en China, Trump prohibió los viajes aéreos a EEUU desde China para contener la propagación del virus y que, al hacer esto, Joe Biden le calificó como “racista y xenófobo”.
Pence logró arrinconar a la lugarteniente de Joe Biden, que utilizó la misma técnica que su líder, ante preguntas incómodas recurrió al silencio por respuesta
La economía fue otro punto clave del debate. En este plano, Pence afirmó que su Administración continuará rebajando los impuestos a los estadounidenses y adoptará medidas de estímulo económico de cara a la reconstrucción del país, que ya ha recuperado gran parte del empleo perdido a causa de la pandemia. Kamala no acertó a responder cuál era la política de estímulos que propondría el gobierno del que ella formaría parte y se limitó a señalar que solo se subirían los impuestos a los que cobren más de 400.000 dólares al año. De nuevo, esta afirmación es contradictoria, dado que Biden ha defendido una subida generalizada de impuestos, con indiferencia de la renta.
En materia energética, Pence denunció que las políticas medioambientales radicales que propone el tándem Biden-Harris supondrían una grave amenaza para la economía estadounidense.
Dicha cuestión no es baladí dado que, gracias a esta técnica, EEUU se ha convertido en el primer productor de petróleo a nivel mundial, lo cual ha supuesto eliminar su dependencia petrolífera del exterior y equilibrar la balanza exterior. También ha supuesto la creación de miles de puestos de trabajo en EEUU, particularmente en muchos de los Estados clave de las elecciones. Kamala de nuevo se contradijo, y a diferencia de lo que mantuvo meses atrás, afirmó que esta técnica no será prohibida.
El republicano demostró el sectarismo anticatólico de la demócrata: la moderadora se apresuró a salvar a la candidata demócrata
Al llegar el momento de debatir acerca del Tribunal Supremo, éste fue uno de los momentos de mayor inconsistencia de Kamala. Pence le preguntó por el fraudulento plan demócrata de hacer que la corte pase de tener 9 a 12 magistrados, para intentar retener así el control ideológico del Tribunal. Sobre esta cuestión, al igual que hizo Joe Biden en el debate con Donald Trump, Kamala se negó a contestar.
Kamala no solo obvió esta pregunta, sino que hizo el ridículo al afirmar que “Trump había llenado los Juzgados de jueces blancos y hombres”. Curiosa afirmación, por cuanto el Presidente acaba de nominar a una mujer, Amy Coney Barrett como candidata al Tribunal Supremo, la máxima instancia judicial del país.
También en el ámbito de la designación de jueces, de nuevo Kamala sufrió un contratiempo cuando Pence sacó a relucir el sesgo anticatólico de la demócrata, al recordar sus declaraciones en la designación como juez federal de Brian Buescher. En las audiencias, Kamala afirmó que Buescher no podía ser juez por ser miembro de los Caballeros de Colón, una hermandad católica fundada en EEUU en el siglo XIX. En este caso, quien corrió en ayuda de Kamala, fue la moderadora del debate, Susan Page, que impidió que Pence pudiera terminar de formular la pregunta.
También en materia de aborto, cuando Pence preguntó a Kamala si la Administración Biden-Harris iba a regular el derecho al aborto sin limitaciones en EEUU como manifestó Biden, la senadora se negó a responder de nuevo.
Tras la finalización del debate, la totalidad de encuestas, tantos de medios progresistas como conservadores, han sido unánimes al dar como vencedor del debate al candidato republicano Mike Pence. La única excepción ha sido la de la CNN, el medio más afín al Partido Demócrata, que ha dado como vencedora a Kamala.
El debut nacional de Kamala ha sido un estrepitoso fracaso y pese al desesperado intento de la progresía mediática de promoverla como futura presidenta de EEUU, la senadora está camino de convertirse en uno de los mayores fracasos de la historia política americana.
Kamala Harris, ¿Ha nacido una estrella o la estrella se desvanece ya antes de brillar?
Durante el debate entre Kamala Harris y Mike Pence se abordó el asunto del derecho a la vida y el aborto. Pence afirmó, sin rodeos, sin complejo de clase alguno: «No podría estar más orgulloso de servir como vicepresidente de un Presidente (Trump) que está a favor, sin disculparse, de la santidad de la vida humana». «Soy pro-vida. No me disculpo por ello. Este es otro de esos casos en los que hay un contraste muy dramático. Joe Biden y Kamala Harris apoyan la financiación del aborto por parte de los contribuyentes…». Además, el actual vicepresidente de Trump recordó que los demócratas «quieren aumentar la financiación de Planned Parenthood» y sentenció: «Seguiremos siendo firmes a favor del derecho a la vida».
La nominación de la Jueza provida Amy Coney Barrett a la Corte Suprema también salió en el debate. “Espero que cuando llegue el momento, la jueza Coney Barrett sea tratada con respeto y su fe sea respetada”, dijo también, Pence, según Infobae.
En este contexto, no está de más examinar a Pence a la luz de los principios no negociables para la actuación coherente del cristiano en política, establecidos por el Papa Benedicto XVI –respeto y la defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural; la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer; la libertad de educación de los hijos y la promoción del bien común en todas sus formas-.
Pence siempre se ha mostrado abiertamente provida, como demuestran sus palabras anteriores. También se ha mostrado contrario al matrimonio homosexual.
Además, en 2015, Pence -entonces gobernador de Indiana- aprobó su Ley de Restauración de la Libertad Religiosa, que permitía a los dueños de negocios actuar en conciencia, según sus convicciones religiosas: «Esto no es sobre discriminación, es sobre dar poder a la gente contra los excesos de los gobernantes», decía.
Así pues, Mike Pence, un cristiano coherente en política.
Y su figura se ha ido agrandando a lo largo de la legislatura.
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